En Arquitectura, como en el arte, el color se sustenta en la más lejana dimensión del espacio habido.
Desde allí llega para dar forma a lo desconocido.
A excitar la retina de la visión y la mente humana con todos sus sentidos capaces luego de diseñar y hacer construcciones que sobrepasan lo medible en el tiempo, en las distancias y en el espacio mismo de algún lugar que se convierte después en la obra magna, en un aposento que reta absolutamente la dimensión y el sentimiento para el logro del confort, placer extremo de unos cuantos...
César Ignacio.
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